ACUDÍ TAN PRONTO ME ENTERÉ DE QUE TU NACIMIENTO IBA A NUTRIR AQUELLO DE LO QUE TANTO DUDÉ
El Sol estaba comenzando a tocar el zenit. Hacía ya unos
días que había emergido de las aguas en las que se hundió. Alguien, muy atento,
no dejaba de contemplar el proceso que hiciera aquel anciano señor, ese Gran
Sol del Universo que Hoy parecía nuevo.
Mientras el intrigado, intentaba descubrir los misterios
de aquel proceso, percibió algo. Una burbujeante escena se estaba produciendo,
en las aguas que emanaban de La Fuente situada en El Jardín de Rosas de Anne.
- Mirad!!! – gritó a quien pudiera escucharle – mirad qué
está ocurriendo!!! Es el agua de La Fuente, ahora parece inagotable.
- Ooohhh!!! Es cierto. ¿Qué puede haber ocurrido…? –
preguntó otro interesado en el suceso.
- Es como si algo hubiera cambiado. La Fuente lo está
inundando Todo, no existe nada que no contenga una sola gota de sus aguas.
- Es maravilloso!!! – exclamó un tercero que se acababa de
acercar a sus compañeros, tras escuchar la algarabía que se estaba produciendo.
- Mirad!!! – volvió a repetir el primero – mirad, es la
Estrella Polar. Mirad, no os lo perdáis, mirad. Mirad que está ocurriendo!!! –
insistió una y otra vez, embelesado y lleno de alegría por fuera y por dentro.
La Estrella Polar está emitiendo ondas paradisíacas, las
mismas de oro y plata que solo surgen cuando ellos han tomado asiento.
- Es fantástico!!! Lo han conseguido!!!
Alguien quedó compungido. Si aquello era cierto,
significaba que no podrían continuar disfrutando de Anne y de sus mágicos
cuentos.
- ¿Os dais cuenta de algo…? – preguntó a sus compañeros.
- ¿Qué ocurre…? ¿Por qué te pones triste…? – dijo Mamá Oca
a Wubunae.
- No la volveremos a ver más… - exclamó en voz baja y con
cara de pena.
- No te equivoques – le contestó la Madre – la veremos
todos los días y todas las noches y ahora más que nunca Ella será Dichosa, pues
si alcanzó el Paraíso, significa que está con Él, con el único con quien podrá
ser todo lo que es.
- ¿Y sabéis algo más…? – preguntó esta vez la Serpiente con
rostro de sabia tal y como lo había sido siempre.
- No, ¿qué más deberíamos saber…? – inquirió Arturo, muy
interesado por aquello que saliera de los labios del reptil más avispado.
- Ellos nos acompañarán siempre, y no sólo eso, sino que
además podremos ir a verlos, siempre que lo deseemos. Serán nuestros guías,
nuestros padres y nuestros referentes. Llevarán en ellos la Dicha de poder
comenzar este nuevo día y de este modo, no volver a vivir las penas, sino llenar
el Universo de formas desconocidas de vida. Algo que ahora ni siquiera
imaginamos.
- ¿Pero qué estás diciendo…? – preguntó sembrando la duda
la Loba, al tiempo que Petunia la miraba extrañada.
- Pues eso – sentenció, corroborando sus palabras – ahí lo
dejo, ahora sólo tendréis que aprender a dejar de dudar. Con dudas no se puede
entrar en la Vida que nos regala la Estrella Polar.
- Yo no tengo duda!!! – exclamó Wubunae emocionado.
- Ni yo – dijo el Papagayo
- Ni yo tampoco – sentenciaron Conejo Sensible, Lukinna,
los Gorriones, Mamá Oca, el Asno, la Perdiz, la Mariquita, Petunia, la Lombriz
y el resto de los presentes.
Sólo la Loba se sentía contrariada, quizás fuera la
herida o quizás no fuera nada. Quizás fuera el miedo a vivir todo lo nuevo.
Quizás fuera el sentir que ella no era digna de vivir aquella vida perfecta.
Mientras la Loba encogía su cola entre las piernas traseras, Petunia, les decía
a todos que fueran generosos con el sentir de la Loba.
Pasados unos días de toda aquella algarabía, sucedió algo
muy extraño que algunos no se quisieron perder. Ocultando un objeto posado a
ras de suelo, parecía que entonaba un cántico un señor anciano. El anciano con
cara de pocos amigos, estaba más que satisfecho con lo que había sucedido. Una
Hada muy risueña, quiso acercarse a su oído.
- Dariel!!! ¿qué ocurre? ¿te has quedado dormido? Parece que
no estés aquí… - le aseguró.
El Viejo Duende Cascarrabias, esbozó una amplia sonrisa,
pero no dijo nada, continuó con su cántico como si Salomé no existiera. No
permitiría que nadie le distrajera.
Salomé, lo observó extrañada, el Duende nunca acostumbraba
a ignorarla de aquella manera. Quedó a retaguardia, esperaría a que el precioso
cántico que brotaba de los labios del Duende llegara a su fin.
Un remolino de Elementales, se fueron acercando. Cada
minuto que pasaba, más y más silfos y salamandras, rodeaban La Fuente y el
lugar en el que se hallaba el desconocido objeto y el Duende. Al poco, todos
los habitantes de los alrededores hicieron acto de presencia. Nadie se había
perdido el sonido emitido por el anciano.
Unos acudían con ansias de saber qué ocurriría, otros con
ganas de preguntar hasta cuando el sonido de aquel día y otros, los que menos,
extrañados por la intriga que despertaba aquello en sus compañeros, acudieron
pese a no sentir que tenían que hacerlo.
Nadie decía nada. Todos restaban en poderoso silencio. El
Duende cantaba y cantaba, una nueva estrofa que brotaba de su Gran Alma, al
tiempo que La Fuente irradiaba un novedoso destello.
Salomé, revoloteaba, estaba muy intranquila, era como si
fuera a suceder algo que nunca antes había vivido. Le temblaban las alas, le
temblaba la voz, le temblaba la mirada y le temblaba el Corazón.
De tanto en tanto el resto la miraba, como la miraría el
mismo Dios, despertando en Ella un anciano recuerdo, que brotaba del cántico de
aquella poderosa voz.
De repente, el Duende se calló. Tal y como esto sucedió,
dejó al descubierto el objeto, que no era más que un Diamante pretérito. Lo
alzó entre sus manos, mostrándoles a todos, que era el mismo Diamante que cayó
del Cielo.
- Ha emergido de La Fuente. Ha llegado a nosotros, lamento
deciros que eso significa que Anne ha muerto. Ha muerto como quién era, pero
también significa que ha nacido en una forma nueva.
Se escuchó una exclamación que cubrió El Bosque entero.
Raudas lágrimas acudieron a los Ojos de todos los presentes. La noticia era
dolorosa para toda la Familia, aunque todos comprendían que era preciso
vivirla.
- No por favor, lágrimas no. La muerte de Anne es su propio
éxito. He cantado para Ella, para que nunca olvide nuestra canción y escuchad,
Ella me ha devuelto su nombre de Verdad – aclaró Dariel.
- ¿Y cómo se llama ahora…? – preguntó Mamá Oca.
- Ella es Iris Dafna y su Hogar la Estrella Polar.
- Oooohhhh!!! – se escuchó a la multitud – lo ha
conseguido…
- ¿Y es feliz…? – preguntó Wubunae a Dariel.
- Si, lo es. Ahora está con Él. Y juntos darán un nuevo
rumbo al mundo.
- Es magnífico!!! – gritó la Mariquita.
Pocos habían advertido que Salomé lloraba, apartada y
escondida bajo una rama de un antiguo Olivo. Los recuerdos afloraban, el
Corazón se le desbocaba. Estaba entusiasmada por sentir la Dicha de Anne. Agitó
levemente sus alas, dejando caer las esporas sobre un lecho de mariposas. Al
momento las sílfides y los silfos acudieron raudos a recoger el alimento.
Observaban de una forma extraña a Salomé, quien siquiera se daba cuenta que algo
estaba a punto de suceder.
El torbellino de silfos ocultaba quien acudía con un
mensaje. Una espectacular columna de Aire avanzaba en dirección a Salomé. Todo,
absolutamente todo, volaba por los aires. Las hojas de los árboles, formaban un
extraño torbellino que se podría decir que aquello, en realidad era un baile.
Tanto fue así, que más de uno de los Seres del Bosque, en
lugar de asustarse, se quedaron observando atentamente, en qué finalizaba
aquella increíble danza. Recordaron haber presenciado, en otro tiempo, algo
semejante. Algunos incluso comentaron, como era capaz el Aire de hacer algo tan
sumamente Sagrado.
Parecía que el movimiento, estaba sostenido, por alguien.
Como si ese portador de la Fuerza del Aire, estuviera en camino.
De repente, Kabil se hizo presente, tomó forma, se
dirigió a su objetivo, rodeó con sus brazos a Salomé y le dijo algo al oído,
que no pudo escuchar ningún testigo.
La siguiente escena que se protagonizó en El Bosque, no
tiene parangón, pues jamás en esos lares se vivió algo semejante.
El Hada Salomé y Kabil, bailaron eternamente, nadie los
podía detener. Esta vez no era un sueño ni un deseo que cumplir, ni siquiera un
anhelo al descubierto. Era la Verdad que brotaba de La Fuente que nunca
engañaba.
Mientras todo esto ocurría y la multitud celebraba tal
grado de alegría. Un anciano se alejaba, sin decir a nadie nada.
Al día siguiente, cuando ya amaneció, todos en El Bosque pudieron
escuchar el aullido de La Loba. Petunia, Mamá Oca, La Serpiente, La Perdiz, La
Mariquita, La Lombriz, Conejo Sensible, Los Gorriones, Wubunae, Lukinna, El Asno
y El Papagayo, corrieron al encuentro de La Loba.
La encontraron subida en un alto peñasco, miraba al
Cielo, aullando, aunque todos advirtieron que aquel aullido no era un lamento.
A los pies del peñasco, se hallaba tumbado el Anciano
Duende Cascarrabias. Descansaba para siempre. Su rostro esbozaba una sonrisa de
alivio. Se le veía que había marchado feliz.
Los miembros de aquella gran familia, no dudaron, entre
todos crearon un precioso lecho elaborado con troncos y hojas de árbol.
Colocaron a Dariel y lo cubrieron de flores. Acompañándolo
en silencio hasta la misma orilla del Atkhio. Alguien pudo ver como una
poderosa ola, acudía a buscarlo. Tras aquel episodio, El Bosque pareció
enmudecer.
Salomé y Kabil, continuaban su baile, el mismo que nunca antes
habían podido vivir. Se miraban y sonreían y cada vuelta o pirueta que hacían,
más cerca de la Estrella Polar se sentían.
De repente, alguien apareció tras uno de los troncos de
Olivo.
Salomé se detuvo, miró a Kabil, por si Él conocía al
intruso. Kabil, se encogió de hombros, sólo dijo:
- ¿Te conozco…?
- Si creo que nos hemos visto antes, pero ahora mismo no
recuerdo – le aclaró el recién llegado.
- ¿Quién eres…? Tus Ojos me son muy familiares… ¿Cuál es tu
nombre? – preguntó intrigada el Hada.
- Soy Baddy el Joven Duende.
- Ooohhh!!! Baddy bienvenido!!! Sabes… Te pareces mucho a
alguien…
- Ah sí ¿a quién…?
- Tienes la misma mirada de Dariel. ¿Sabes cantar…? – le
interrogó.
- Sí, siempre canto una bella canción que me brota del
Corazón. ¿Queréis escucharla…?
- Si por favor…
El Bosque enmudeció de nuevo. Sus habitantes no se lo
podían creer. De nuevo aquel cántico. La misma estrofa, la última que Dariel
entonó antes de partir. La música que el Viejo Duende Cascarrabias compusiera
para Anne.
Ves,
Amor, ves.
Se
libre y elige vivir.
Ves,
Amor, ves.
Se
única aunque nadie lo pueda ver.
Avivo
tu Alma,
con
las virtudes que emanan
de
un antiguo mandala,
ese
que nadie halla,
hasta
que no te pueda ver.
Ves,
mi Amor ves.
Ves
tranquila,
allá
donde la magia
se pueda tocar y ver.
No
ocultes nada,
pues
sólo tú eres La Maga,
la
niña más mágica
que
Dios para Todos creara.
Dotada
de esa sonrisa,
la
misma que colma de Dicha,
a
todas las Almas,
incluso
a aquellas
que
no te creen reconocer.
Ves
Hija ves.
Ves
allí con Él,
sea
como sea,
Yo
siempre…
siempre…
contigo estaré.
Salomé,
emocionada se abrazó a Baddy. Los sueños se habían hecho realidad. No existían
las heridas, ni las emociones perdidas. Sólo y únicamente existía un
espectacular HOGAR, el único en el con Dios te puedes encontrar.