INTRODUCCIÓN



PRÓLOGO

Este hermoso Libro de Cuentos, no tiene tiempo ni espacio, pertenece a la Humanidad, sin distinción de edades ni creencias. Todos tenemos dentro un precioso Niño Interior, es lo más puro de nosotros mismos. Siempre está ahí a nuestro lado, escuchando y aprendiendo de todo lo que la vida le brinda en su camino.
En este  Mágico Libro de Cuentos encontraremos algún personaje con el que tendremos una relación muy especial, o aquel con el que nos identifiquemos claramente, según sea nuestro sentir o reaccionar en la vida. O quizás nos demos cuenta que todos tenemos un poco de todos los personajes.
He tenido la inmensa suerte de ser la narradora de los cuentos y de leerlos al instante de nacer. La magia que portan sus palabras me hacían sentir, en cada cuento - en lo más profundo de mí - una fuerza de conexión conmigo misma y con el planeta (nuestra amada Gaia), difícil de explicar.
Con estos cuentos aprendemos a amar de verdad a nuestro semejante, desde la compresión y la sencillez de nuestro Niño, sin juicios ni prejuicios.
Cada uno de nosotros puede ocupar un asiento en este precioso bosque, y contemplar junto con todos los fantásticos personajes, las cristalinas aguas del manantial, a la vez que nuestros sentidos se embriagan con los aromas de las Rosas de todos los colores.
Que el Amor y la Alegría estallen en todos los mágicos corazones que acojan en su Ser a LOS MAGICOS CUENTOS DE ANNE.

Mª Carmen Millán
La Narradora

  


Comentario de la Autora
  
Antes de introducirnos en el Jardín de Rosas…

Durante la larga e intensa historia de la Humanidad, la sabiduría ha llegado a nosotros en forma de relato, de cuento, incluso, de adivinanza. La simbología es el lenguaje divino del Alma. Tras cada expresión, cada concepto, cada sentimiento, se esconde una poderosa información que cala en los sentidos, ampliándonos la visión de los caminos que la Vida, abre ante nosotros. Los sufíes conocían muy bien este lenguaje y lo utilizaban habitualmente en sus escuelas para enriquecer a sus alumnos.

Nuestra Escuela no es sufí, pero aprovechando esta ancestral forma de enseñanza, hemos elaborado esta pequeña entrega de Mágicos Cuentos para que sea saboreada por aquel que en verdad tenga un interés y responsabilidad ante la vida.

Los Humanos que caminan de puntillas y no se sumergen en los abismos del corazón, se pierden el inmenso mundo interior, donde se esconde la verdadera riqueza.

En este libro, se intenta conectar con esa voluntad interior, para que encuentre la intención de desvelar aquello que en verdad mueve la vida, que no es otra cosa que LA CONCIENCIA.

Cada historia ha sido canalizada desde el mismo Corazón y regalada a través de la experiencia. Es por este motivo, por el que los Cuentos que se exponen en este libro, contienen copyleft, es decir que no son propiedad de nadie, pero en cambio nos pertenecen a todos.

Felices y mágicos sueños...
  

El Sabio Duende Cascarrabias y la Fuente que no engaña

ACUDÍ TAN PRONTO ME ENTERÉ DE QUE TU NACIMIENTO IBA A NUTRIR AQUELLO DE LO QUE TANTO DUDÉ

El Sol estaba comenzando a tocar el zenit. Hacía ya unos días que había emergido de las aguas en las que se hundió. Alguien, muy atento, no dejaba de contemplar el proceso que hiciera aquel anciano señor, ese Gran Sol del Universo que Hoy parecía nuevo.
Mientras el intrigado, intentaba descubrir los misterios de aquel proceso, percibió algo. Una burbujeante escena se estaba produciendo, en las aguas que emanaban de La Fuente situada en El Jardín de Rosas de Anne.

-  Mirad!!! – gritó a quien pudiera escucharle – mirad qué está ocurriendo!!! Es el agua de La Fuente, ahora parece inagotable.
- Ooohhh!!! Es cierto. ¿Qué puede haber ocurrido…? – preguntó otro interesado en el suceso.
- Es como si algo hubiera cambiado. La Fuente lo está inundando Todo, no existe nada que no contenga una sola gota de sus aguas.
-  Es maravilloso!!! – exclamó un tercero que se acababa de acercar a sus compañeros, tras escuchar la algarabía que se estaba produciendo.
-  Mirad!!! – volvió a repetir el primero – mirad, es la Estrella Polar. Mirad, no os lo perdáis, mirad. Mirad que está ocurriendo!!! – insistió una y otra vez, embelesado y lleno de alegría por fuera y por dentro.

La Estrella Polar está emitiendo ondas paradisíacas, las mismas de oro y plata que solo surgen cuando ellos han tomado asiento.

-  Es fantástico!!! Lo han conseguido!!!

Alguien quedó compungido. Si aquello era cierto, significaba que no podrían continuar disfrutando de Anne y de sus mágicos cuentos.

-   ¿Os dais cuenta de algo…? – preguntó a sus compañeros.
-   ¿Qué ocurre…? ¿Por qué te pones triste…? – dijo Mamá Oca a Wubunae.
-  No la volveremos a ver más… - exclamó en voz baja y con cara de pena.
-  No te equivoques – le contestó la Madre – la veremos todos los días y todas las noches y ahora más que nunca Ella será Dichosa, pues si alcanzó el Paraíso, significa que está con Él, con el único con quien podrá ser todo lo que es.
-  ¿Y sabéis algo más…? – preguntó esta vez la Serpiente con rostro de sabia tal y como lo había sido siempre.
-  No, ¿qué más deberíamos saber…? – inquirió Arturo, muy interesado por aquello que saliera de los labios del reptil más avispado.
- Ellos nos acompañarán siempre, y no sólo eso, sino que además podremos ir a verlos, siempre que lo deseemos. Serán nuestros guías, nuestros padres y nuestros referentes. Llevarán en ellos la Dicha de poder comenzar este nuevo día y de este modo, no volver a vivir las penas, sino llenar el Universo de formas desconocidas de vida. Algo que ahora ni siquiera imaginamos.
-   ¿Pero qué estás diciendo…? – preguntó sembrando la duda la Loba, al tiempo que Petunia la miraba extrañada.
-  Pues eso – sentenció, corroborando sus palabras – ahí lo dejo, ahora sólo tendréis que aprender a dejar de dudar. Con dudas no se puede entrar en la Vida que nos regala la Estrella Polar.
-   Yo no tengo duda!!! – exclamó Wubunae emocionado.
-   Ni yo – dijo el Papagayo
-  Ni yo tampoco – sentenciaron Conejo Sensible, Lukinna, los Gorriones, Mamá Oca, el Asno, la Perdiz, la Mariquita, Petunia, la Lombriz y el resto de los presentes.

Sólo la Loba se sentía contrariada, quizás fuera la herida o quizás no fuera nada. Quizás fuera el miedo a vivir todo lo nuevo. Quizás fuera el sentir que ella no era digna de vivir aquella vida perfecta. Mientras la Loba encogía su cola entre las piernas traseras, Petunia, les decía a todos que fueran generosos con el sentir de la Loba.

Pasados unos días de toda aquella algarabía, sucedió algo muy extraño que algunos no se quisieron perder. Ocultando un objeto posado a ras de suelo, parecía que entonaba un cántico un señor anciano. El anciano con cara de pocos amigos, estaba más que satisfecho con lo que había sucedido. Una Hada muy risueña, quiso acercarse a su oído.

-  Dariel!!! ¿qué ocurre? ¿te has quedado dormido? Parece que no estés aquí… - le aseguró.

El Viejo Duende Cascarrabias, esbozó una amplia sonrisa, pero no dijo nada, continuó con su cántico como si Salomé no existiera. No permitiría que nadie le distrajera.
Salomé, lo observó extrañada, el Duende nunca acostumbraba a ignorarla de aquella manera. Quedó a retaguardia, esperaría a que el precioso cántico que brotaba de los labios del Duende llegara a su fin.
Un remolino de Elementales, se fueron acercando. Cada minuto que pasaba, más y más silfos y salamandras, rodeaban La Fuente y el lugar en el que se hallaba el desconocido objeto y el Duende. Al poco, todos los habitantes de los alrededores hicieron acto de presencia. Nadie se había perdido el sonido emitido por el anciano.
Unos acudían con ansias de saber qué ocurriría, otros con ganas de preguntar hasta cuando el sonido de aquel día y otros, los que menos, extrañados por la intriga que despertaba aquello en sus compañeros, acudieron pese a no sentir que tenían que hacerlo.
Nadie decía nada. Todos restaban en poderoso silencio. El Duende cantaba y cantaba, una nueva estrofa que brotaba de su Gran Alma, al tiempo que La Fuente irradiaba un novedoso destello.

Salomé, revoloteaba, estaba muy intranquila, era como si fuera a suceder algo que nunca antes había vivido. Le temblaban las alas, le temblaba la voz, le temblaba la mirada y le temblaba el Corazón.
De tanto en tanto el resto la miraba, como la miraría el mismo Dios, despertando en Ella un anciano recuerdo, que brotaba del cántico de aquella poderosa voz.

De repente, el Duende se calló. Tal y como esto sucedió, dejó al descubierto el objeto, que no era más que un Diamante pretérito. Lo alzó entre sus manos, mostrándoles a todos, que era el mismo Diamante que cayó del Cielo.

-  Ha emergido de La Fuente. Ha llegado a nosotros, lamento deciros que eso significa que Anne ha muerto. Ha muerto como quién era, pero también significa que ha nacido en una forma nueva.

Se escuchó una exclamación que cubrió El Bosque entero. Raudas lágrimas acudieron a los Ojos de todos los presentes. La noticia era dolorosa para toda la Familia, aunque todos comprendían que era preciso vivirla.

-  No por favor, lágrimas no. La muerte de Anne es su propio éxito. He cantado para Ella, para que nunca olvide nuestra canción y escuchad, Ella me ha devuelto su nombre de Verdad – aclaró Dariel.
-   ¿Y cómo se llama ahora…? – preguntó Mamá Oca.
-   Ella es Iris Dafna y su Hogar la Estrella Polar.
-  Oooohhhh!!! – se escuchó a la multitud – lo ha conseguido…
-  ¿Y es feliz…? – preguntó Wubunae a Dariel.
-  Si, lo es. Ahora está con Él. Y juntos darán un nuevo rumbo al mundo.
-  Es magnífico!!! – gritó la Mariquita.

Pocos habían advertido que Salomé lloraba, apartada y escondida bajo una rama de un antiguo Olivo. Los recuerdos afloraban, el Corazón se le desbocaba. Estaba entusiasmada por sentir la Dicha de Anne. Agitó levemente sus alas, dejando caer las esporas sobre un lecho de mariposas. Al momento las sílfides y los silfos acudieron raudos a recoger el alimento. Observaban de una forma extraña a Salomé, quien siquiera se daba cuenta que algo estaba a punto de suceder.

El torbellino de silfos ocultaba quien acudía con un mensaje. Una espectacular columna de Aire avanzaba en dirección a Salomé. Todo, absolutamente todo, volaba por los aires. Las hojas de los árboles, formaban un extraño torbellino que se podría decir que aquello, en realidad era un baile.
Tanto fue así, que más de uno de los Seres del Bosque, en lugar de asustarse, se quedaron observando atentamente, en qué finalizaba aquella increíble danza. Recordaron haber presenciado, en otro tiempo, algo semejante. Algunos incluso comentaron, como era capaz el Aire de hacer algo tan sumamente Sagrado.
Parecía que el movimiento, estaba sostenido, por alguien. Como si ese portador de la Fuerza del Aire, estuviera en camino.

De repente, Kabil se hizo presente, tomó forma, se dirigió a su objetivo, rodeó con sus brazos a Salomé y le dijo algo al oído, que no pudo escuchar ningún testigo.

La siguiente escena que se protagonizó en El Bosque, no tiene parangón, pues jamás en esos lares se vivió algo semejante.

El Hada Salomé y Kabil, bailaron eternamente, nadie los podía detener. Esta vez no era un sueño ni un deseo que cumplir, ni siquiera un anhelo al descubierto. Era la Verdad que brotaba de La Fuente que nunca engañaba.

Mientras todo esto ocurría y la multitud celebraba tal grado de alegría. Un anciano se alejaba, sin decir a nadie nada.
Al día siguiente, cuando ya amaneció, todos en El Bosque pudieron escuchar el aullido de La Loba. Petunia, Mamá Oca, La Serpiente, La Perdiz, La Mariquita, La Lombriz, Conejo Sensible, Los Gorriones, Wubunae, Lukinna, El Asno y El Papagayo, corrieron al encuentro de La Loba.
La encontraron subida en un alto peñasco, miraba al Cielo, aullando, aunque todos advirtieron que aquel aullido no era un lamento.
A los pies del peñasco, se hallaba tumbado el Anciano Duende Cascarrabias. Descansaba para siempre. Su rostro esbozaba una sonrisa de alivio. Se le veía que había marchado feliz.
Los miembros de aquella gran familia, no dudaron, entre todos crearon un precioso lecho elaborado con troncos y hojas de árbol.
Colocaron a Dariel y lo cubrieron de flores. Acompañándolo en silencio hasta la misma orilla del Atkhio. Alguien pudo ver como una poderosa ola, acudía a buscarlo. Tras aquel episodio, El Bosque pareció enmudecer.

Salomé y Kabil, continuaban su baile, el mismo que nunca antes habían podido vivir. Se miraban y sonreían y cada vuelta o pirueta que hacían, más cerca de la Estrella Polar se sentían.

De repente, alguien apareció tras uno de los troncos de Olivo.

Salomé se detuvo, miró a Kabil, por si Él conocía al intruso. Kabil, se encogió de hombros, sólo dijo:

-  ¿Te conozco…?
- Si creo que nos hemos visto antes, pero ahora mismo no recuerdo – le aclaró el recién llegado.
-  ¿Quién eres…? Tus Ojos me son muy familiares… ¿Cuál es tu nombre? – preguntó intrigada el Hada.
-  Soy Baddy el Joven Duende.
- Ooohhh!!! Baddy bienvenido!!! Sabes… Te pareces mucho a alguien…
-  Ah sí ¿a quién…?
- Tienes la misma mirada de Dariel. ¿Sabes cantar…? – le interrogó.
- Sí, siempre canto una bella canción que me brota del Corazón. ¿Queréis escucharla…?
-  Si por favor…

El Bosque enmudeció de nuevo. Sus habitantes no se lo podían creer. De nuevo aquel cántico. La misma estrofa, la última que Dariel entonó antes de partir. La música que el Viejo Duende Cascarrabias compusiera para Anne.

Ves, Amor, ves.
Se libre y elige vivir.
Ves, Amor, ves.
Se única aunque nadie lo pueda ver.
Avivo tu Alma,
con las virtudes que emanan
de un antiguo mandala,
ese que nadie halla,
hasta que no te pueda ver.
Ves, mi Amor ves.
Ves tranquila,
allá donde la magia
 se pueda tocar y ver.
No ocultes nada,
pues sólo tú eres La Maga,
la niña más mágica
que Dios para Todos creara.
Dotada de esa sonrisa,
la misma que colma de Dicha,
a todas las Almas,
incluso a aquellas
que no te creen reconocer.
Ves Hija ves.
Ves allí con Él,
sea como sea,
Yo siempre…
siempre…
 contigo estaré.

Salomé, emocionada se abrazó a Baddy. Los sueños se habían hecho realidad. No existían las heridas, ni las emociones perdidas. Sólo y únicamente existía un espectacular HOGAR, el único en el con Dios te puedes encontrar.


El Encantamiento de la Niña

LA PRIMAVERA LUCE EL AROMA DE TU NOMBRE, ESE QUE JAMÁS INVIERNO NI HOMBRE, CONSEGUIRÁ ANIQUILAR

Un día cualquiera, en El Bosque, una Ardilla fue testigo de algo. El Duende, llevaba un recado para una Doncella, que tenía a bien Amar a quien no le quería bien. Ese día el Duende estaba desolado por algo que había ocurrido. No comprendía el motivo por el que la Doncella, no era capaz de ver al joven que tenía a su lado y que había volcado su Vida, en conquistar su Corazón para regalarle todo lo que sentía que se había ganado.
El Duende, con un gran dolor, respetó el sentimiento que la Doncella eligió. Así, se confinó en un paraje de bellos y extensos olivares y esperó.
Esperaría todo el Tiempo necesario para que si estaba de Dios, la Doncella se diera cuenta de que su reliquia había sido devuelta, por aquel que la encontró.

Cuando el Duende miró al Cielo, buscando el Altar Mayor, siquiera pudo distinguir la Luz que en su día lo iluminó.

De repente, un Hada revoloteó incansable ante los entornados Ojos del Duende.

-  Dariel, despierta, por favor. No te duermas – le rogó. Si lo haces, la Magia tan esperada se desvanecerá para siempre.

El Duende tuvo un sobresalto. No esperaba encontrarse allí con Salomé.

- ¿Qué haces aquí…? ¿A qué has venido…? Lo siento, márchate, ahora no puedo atenderte.

Salomé, advirtió como el mal humor afloraba de nuevo en aquel Señor. Fue entonces cuando comprendió el apelativo de Cascarrabias que se le dio.

-  Por favor, escúchame – le pidió con toda la ternura de la que fue capaz.

El Duende a grandes zancadas, se dirigió a por su azada y se dispuso a cavar la tierra que estaba lista y preparada para ser sembrada. Mientras Él continuaba con su trabajo, el Hada insistió:

-   Duende, sé que estás enfadado y que crees que todo ha sido en vano. Pero no es cierto.
- Calla!!! No sigas mintiendo – gritó al tiempo que se acentuaban los golpes de la azada contra la tierra de labranza.

De repente, Salomé advirtió algo, por vez primera observó al Duende llorar ante alguien.

-   Estás llorando!!!

Dariel, soltó la azada, paseó con las manos en la espalda, dando largas zancadas, refunfuñando e intentado contener la lista de improperios que acudían a su boca. Le importaba muy poco que el Hada hubiera visto sus lágrimas, mucho peor era, la desolación de sus entrañas.
Salomé, terca como una mula, continuó revoloteando a su alrededor, estaba convencida que de un momento a otro, el Duende la escucharía.

-   Basta!!! Basta!!! Está bien ¿qué quieres de mí…?
-  Sólo quiero que me atiendas – le propuso, secándole una lágrima atascada en una de sus profundas arrugas.
- Te escucho – se detuvo, poniéndose firme y de brazos cruzados.
-  Mira… ves lo que yo veo. Ahí, en aquel punto diminuto del Cielo…? – preguntó, señalando hacia una Estrella, con nombre de Constelación.
- Si, puedo verlo. Es la Mariposa. Allí donde se guarda la información sobre el principio y el final de la Creación. ¿Por qué me preguntas eso…?
-  Porque en esa Estrella, un buen día Ellos construyeron un precioso Templo para albergar el Amor y la Pasión del gran encuentro, ese que protagonizarían las Hathors y los Arquitectos, para el gozo de una Gran Dama y un Gran Señor, que sacrificaron su Amor, por el bien mayor de todo el Reino.
-  Si, lo recuerdo. Es el Templo en el que morarán Melkizedec y Heneas.
-  Por favor, acompáñame.

Salomé, revoloteando al tiempo que dibujaba un precioso baile, condujo a Dariel hasta un lugar.

-  Mira allí, quiero que veas algo.

El Duende no se lo podía creer, vio a un apuesto joven que irradiando la Luz del mismo Sol se dirigía en busca de alguien, de la Dama que amaba con todo su Corazón.

- Ves, ese es nuestro deseo, que Ellos se encuentren y consigan de una vez, vivir su trágica y mágica historia de Amor. Esa será la Magia que vivirán todos aquellos que brindaron sus Vidas a la búsqueda de los Misterios que Dios puso a disposición, de quienes en Verdad desearan con todas sus fuerzas vivir el Verdadero Amor.

El Duende no pudo evitar llorar de nuevo, acarició con su índice la mejilla de Salomé, al tiempo que Ella le devolvió una espléndida sonrisa, esa huella que Él tanto conocía de Ella.

-  ¿Crees que la encontrará…? – preguntó mientras su voz se quebraba por la emoción.
- Sí, estoy segura de ello, sé que lo hará. Él siempre sabe dónde se esconde.

La Ardilla, que lo había escuchado todo, supo que algo grave ocurría para que el Duende temiera de aquel modo. Jamás antes nadie había visto al Duende quebrándosele la voz.
Sin dudarlo, comenzó a correr, cruzando de parte a parte El Bosque. A su paso iba informando a todos los habitantes de aquello de lo que había sido testigo.
Al alcanzar la Fuente, el punto de reunión, muchos fueron los que se aglomeraron, algo aterrados por lo inusual de aquella precipitada convocatoria.

La Ardilla, les explicó punto por punto toda la conversación entre Dariel y Salomé y de cómo incluso, el Hada le tuvo que secar una lágrima a aquel grandullón.

Los habitantes del Bosque no se lo podían creer.

-   ¿Qué está ocurriendo…?
-   ¿Por qué la niña se sigue escondiendo…?
-   ¿A qué tiene miedo…?
-   ¿Habrá encontrado Él a la Doncella…?
-   ¿Le habrá devuelto la reliquia…?

Se escuchaba preguntar a unos y otros con total asombro.

A todo esto, alguien pareció abrirse paso entre los presentes, se trataba de Mamá Oca y de la Loba, habían escuchado atentas la información transmitida.
Con el Corazón en un puño, decidieron tomar partido. Así la Loba pidió silencio para que todos pudieran escucharla con atención:

-  Comprendo vuestra preocupación, algo no está encajando para que el Amor se materialice en un único Corazón. Esto es algo que nunca antes ha ocurrido y es por ello por lo que siento que un gran temor se ha despertado ante lo nuevo.

Los presentes, asintieron comprendiendo lo que intentaba transmitirles la Loba. Entonces quiso intervenir Mamá Oca:

-  Ante lo nuevo es la niña quien tiene que hacer frente si consigue liberar el Encantamiento de su Corazón. Hace mucho, mucho tiempo, un mendigo de profesión Pastor, me entregó el siguiente mensaje. Se trata de una pequeña adivinanza. Si entre todos conseguimos resolverla, la niña podrá vivir la Dicha y los efectos de sus intensas Vidas. El texto dice lo siguiente:

Una niña apareció en el Bosque, el Encanto de su Sonrisa, llevaba consigo la solución, cuando desvelara la niña, el Encantamiento de su Corazón.
-  Oye niña!!! ¿Ves cómo brilla el Altar Mayor…? Pues que sepas, que esa es Tu Dicha, la que te brinda el Encanto de tu sonrisa,
Pero eso no te lo he dado Yo.

-  La niña es la Esencia recuperada tras la experiencia – dijo la Serpiente.
-  El Encanto de su Sonrisa, es el reflejo de la Dicha que anhela su Corazón – dijo la Perdiz.
-  El Encantamiento es la Magia que fluye de sus sueños, para alcanzar a conseguir vivir sin temor – dijo Conejo Sensible.
-  El Altar Mayor es la Constelación de la Osa, allí donde Ella y Él fraguaron su existencia para poderse conocer y ser volcado todo su saber en la Mariposa – dijo el Asno.
-  La Dicha es aquello que libera al Corazón de cualquier temor, cuando la alcanzas ya no temes nada, sólo existe el deseo de Vivir tal cual Dios te lo regala – dijo Wubunae – lo sé muy bien.
- ¿Pero quién es quién le dice todo esto…? – preguntó extrañada la Lombriz.
- Eso, ¿Quién es quién se lo hace saber para que Ella sea consciente…? – se añadió a la pregunta el Papagayo.
-   Sólo puede ser Él – aseguró la Serpiente.
-   ¿Él…? – ¿a quién te refieres..?
-  A aquel que la acompañó durante todo su viaje, ese sólo puede ser Uno. Sólo puede ser el Sol.
-  Aaahhh, claro. Si Ella es la Luna y Él es el Sol, cuando la niña lo vea, podrá ser Dichosa y hacer brillar el Altar Mayor – dedujeron al unísono los ancianos gorrioncillos.

La Mariquita, comenzó a dar saltos de alegría y sin poder detenerse, como siempre hacía, dijo:

-  ¿Y podrán encontrarse definitivamente…? ¿Podrán tocarse y amarse para siempre…?
-   Si - se escuchó decir.

Todos los presentes se giraron, era la voz del Duende. Salomé acudía con Él, revoloteando a su alrededor imparable.

- De un modo u otro Ella lo reconocerá. Os tengo que garantizar que le he visto a Él ir la a buscar.
- ¿A dónde la encontrará…? – preguntó alguien con curiosidad.
- Sólo puede estar en un lugar. Ahora sólo nos quedar continuar soñando para que Ella no se pierda.
-  ¿Y si vuelve a esconderse…?

Entonces Salomé intervino:

-  No, Ella sabe que tiene que dejar de hacerlo, pero necesita su tiempo.

Wubunae, secaba las lágrimas de Mamá Oca. La Loba azotaba su cola con fuerza, para sacudir cualquier resto de su herida que pudiera dolerle todavía a la niña. En el Corazón de todo El Bosque sólo podía presentirse lo que ocurriría, pero nadie sabía cómo la niña terminaría de escribir su historia.

La Ardilla, hacía rato que se había alejado de la Fuente para ir a presenciar algo. Igual que lo hiciera Dariel, ella también pudo ver al joven que como un galán jinete, se dirigía a un lugar muy concreto.
El Sol de aquel día se ocultó por completo. Tenía que apagarse para poder penetrar en las aguas de ese lugar. Nadie pudo verlo, pero todo los presintieron, pues esa noche en el mismo centro de la Luna, pudo descubrirse una silueta que a Caballo trotaba, controlando su desbocado Corazón, pues cuando la encontrara, siquiera sabría cuál sería la respuesta de aquella niña convertida en Doncella.

Siquiera el mismo Dios conocía la respuesta.